miércoles, 29 de septiembre de 2010

Análisis periodístico: Terrorismo según Matices y colores

por Jorge Marín Matos

ex–oficial del DSE

 

29 de Septiembre del 2010

 
Foto: Jorge Marín Matos

 

 
¿Quién elaboró el plato de los explosivos?

 

Desde tiempos de la etapa insurgente y revolucionaria en Cuba, comprendida entre los últimos cinco años de la década de 1950; el empleo de métodos violentos para lograr fines políticos como el derrocamiento de la dictadura de Batista; estuvo considerado como un sello distintivo en el estilo de lucha asumido por las guerrillas urbanas del Movimiento 26 de Julio liderado por Fidel Castro como Comandante en jefe de toda la insurgencia en la isla. 

 
Las acciones o sabotajes con el empleo de material explosivo se hicieron un recurrente hábito para desestabilizar el régimen imperante en aquel entonces, pero dejó, a su vez, huellas, que quizás citadas y descubiertas plenamente y sin tabúes políticos.
 
El anecdotario histórico de la época recoge ejemplos como el estallido de un artefacto explosivo en el cine teatro América, en La Habana. La explosión cegó la vida a la joven Euselia Días Báez, de conocida militancia en células clandestinas del Movimiento urbano insurgente. No obstante a ello, la Habana archiva en la memoria, cien artefactos explosivos y cuyas detonaciones que sucedieron la ciudad durante una noche.

 

Fue la ola de violencia que la población bautizó como: La Noche de las Cien Bombas. Las cargas explosivas fueron colocadas en avenidas, tiendas, parques, parquímetros y otros sitios de acceso público.

 
Tampoco pudiera dejar de recordarse la detonación de una bomba en los registros soterrados de electricidad en la calle Suarez, en la urbe capitalina, dejando sin fluido eléctrico toda la ciudad.
 
El empleo de explosivos por parte del Movimiento insurgente 26 de julio, marcó así una época de especial agresividad y se recuerdan aun las advertencias que confinaban a la ciudadanía a no concurrir cines, teatros, tiendas y otros sitios públicos. La escalada de este tipo de práctica como método de lucha, se desataría sin control de sus resultados.
 
Años después, el sabor amargo de los propios actos con empleo de material explosivo, cobrarían al pueblo cubano, un precio demasiado alto. La inminente reacción en contra de la política de Fidel Castro no encontraría otra alternativa que la receta similar y conocida desde antes: el calificado terrorismo, según su óptica.

 

El pueblo cubano, idealizado y sumergido en la efervescencia anti yanqui, ponía la piel para ser premiado con golpe dinamitero. El lamentable dolor que deja este tipo de método, sirvió de alimento necesario para convertir tales golpes en hechos con efectos favorables a la reafirmación de Fidel en el poder político. Para ese entonces, comenzaría el nuevo color del terrorismo.

 

El recién instalado gobierno de la Habana, regaló a sus oponentes un escenario político caracterizado por procesos sumarísimos que concluían en fusilamientos continuos, arbitrarias intervenciones en pequeñas, medianas y grandes empresas, segregación,  confinamiento y privación de libertad para personas por tendencias sexuales, políticas y fe religiosa, persecución de toda disidencia pacífica aislada.

Se organizaron e instalaron en los campos de Camagüey, provincia centro oriental de la isla; numerosos campamentos donde el maltrato fue relevante e inhumano.

 

La ceguera emocional que acompañó a muchos sectores de la población, no permitió apreciar que después del derrocamiento de una dictadura militar sangrienta, se instalaría otra, no menos fuerte y potencialmente agresiva, que marcaría su firmeza con sangre a cuenta gotas. Sin embargo, los hoy errores, ayer horrores, no entraban dentro de su óptica y color del terrorismo.

 

El Estado Cubano no vaciló en fortalecer sus bases ideológicas sobre muertos y mártires perpetuados como ejemplo y modelo a seguir por las nuevas generaciones. Diseminó la gloria revolucionaria como un elemento en la nueva conciencia política y acomodó el idealismo sobre otras causas más allá de las fronteras de la isla.

 

En los inicios de la guerra fría y en tiempos de la incursión guerrillera del Che en Bolivia, el gobierno cubano consideró su política exterior ligada a la suerte de los movimientos de izquierda e insurgencia antiimperialista. Nuestro continente se convierte en escenario favorito para la nueva doctrina internacionalista, ya con un Che muerto, perpetuado y difundido como ideología.

 

Se establecen las estructuras de Inteligencia y demás fuerzas militares que más tarde actuarían de manera encubierta en acciones contra un enemigo común.

 
Entretanto el gobierno de la Habana denunciaba la amenaza terrorista a la cual era expuesto su territorio y tras la fachada del denunciante, se iba a la guerra secreta y obsesiva del Comandante en Jefe contra Estados Unidos y sus aliados en el continente.
 
Ya en la segunda mitad de 1960 se concluyen, con mucho esfuerzo, las labores para instalar de manera definitiva una Unidad especial históricamente conocida como Punto Cero, muy confundido en la actualidad con la casa familiar del Comandante en jefe.

La destinación de Punto Cero era el adiestramiento militar en táctica especial y métodos conspirativos de toda la masa de combatientes insurgentes que provenían de diferentes zonas geográficas de América latina y cuyos países vivían escenarios de guerras civiles. Citemos ejemplos:

 
Durante la década correspondiente a 1960 la citada estructura tenía un papel de subordinación a la Dirección de Liberación Nacional, otro andamiaje de la expansión ideológica revolucionaria exportada desde la Habana, que aglutinaba fuerzas guerrilleras procedentes de muchos rincones del continente. Ya oficialmente conocida como: Liberación, llevó a cabo planes y acciones entre los que se recuerda el desembarco de un grupo de hombres en las playas de Venezuela, entre ellos un conocido jefe de nombre: Antonio Brionis Montoto, quien pereciera en la frustrada operación. Simultaneó con la estructura del Grupo de Operaciones Especiales GOE en acciones de igual naturaleza como fue el abortado secuestro del ex dictador Fulgencio Batista. Como era de esperarse, el gobierno cubano ha guardado profundo silencio.
 
Pero no solo quedaba ahí el ímpetu del jefe de la revolución en su obstinada obsesión de enfrentarse al imperialismo.

 

Durante los meses de  l979 y bajo el preludio de la ofensiva del Frente Sandinista en Nicaragua, Fidel Castro, asesoró personalmente la conformación de un batallón de lucha irregular antes entrenado en aéreas de Punto Cero, con el fin de incursionar en territorio del país centroamericano. El batallón estaba compuesto por insurgentes de varios países como: Chile, Uruguay, El Salvador, Nicaragua, Argentina; tomando como punto de entrada a la zona de conflicto, la localidad Costarricense de Peñas Blancas, zona fronteriza entre ambos países. El objetivo final sería apoyar las acciones guerrilleras sobre Managua, la capital y derrocar al régimen de Anastasio Somoza.

 
Más tarde y en tiempos de la revolución Sandinista en el mismo país, el general y jefe de Inteligencia Militar bajo el gobierno de Daniel Ortega, conocido como Julio Ramos, hace llegar una propuesta de plan a asesores cubanos. El tema se discute y analiza a instancias de Fidel Castro, quien puntualizó que Cuba ayudaría en la ejecución del plan conforme a la propuesta bajo condiciones precisas que estuvieron claras en la no participación directa de combatientes nicaragüenses o cubanos. Con esas precisiones la orden llegó a los especialistas de Punto Cero y se dieron a la tarea de seleccionar, entre la masa de insurgentes refugiados en cuba, el comando que ejecutaría la acción contra la vida de Anastasio Somoza, ya derrocado y en el exilio.
 
La dirección del Estado Cubano asumió la responsabilidad sobre la preparación del Atentado y cuantiosos recursos fueron destinados para tales fines, como la adquisición de vehículos para la dinámica preparación de las acciones y la selección del armamento a emplear. Los mejores especialistas cubanos como el hoy Coronel Conrado Burgos Coz, se dieron a la tarea. Los asesores cubanos habían alcanzado notable nivel en tácticas de secuestro, atentado y métodos conspirativos, conocimientos y practica ampliamente considerada terrorista desde otra óptica o punto de vista. Pese al costo de tal planificación, el fin fue agotado.

 

Casi paralelamente en el tiempo, un comando armado del grupo insurgente Colombiano M-19 que lideraba el jefe insurgente Jorge Pizarro; ataca la sede diplomática de República Dominicana en Bogotá, Colombia y captura como rehenes a numerosos diplomáticos de varios países que se encontraban en una recepción. El hecho considerado terrorista se prolongó  por días, tras enconada resistencia de los secuestradores. Cuba actuó como mediadora ante tal contingencia. El Comando insurgente fue recibido en la isla de conjunto con los rehenes y una vez liberados estos,  los insurgentes fueron trasladados hacia aéreas de Punto Cero donde poco después de reciclar adiestramiento táctico militar, retornaron al camino de las acciones armadas en el país extranjero. El Estado cubano como una especie de juez y parte de lo que hoy se considera terrorismo.

 

Tal si fuera poco; durante la década correspondiente a los años 1980,  otro plan no menos espeluznante debuta en las oficinas de la alta dirección del Estado Cubano: a través de la estructura de Inteligencia del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, denominada Departamento América: fase mejorada de la extinta Dirección de Liberación Nacional y con un puntal de experiencia: Manuel Piñeiro Losada; se planea, a valoración y propuesta de la Comandancia del Frente Farabundo Martí Para la Liberación Nacional de El Salvador; un golpe a la Base Aérea de Ilopango en territorio del país Centroamericano. El ataque debía ser con el empleo de los mejores y más devastadores explosivos y para ello se utilizaron croquis y planos que fueron obtenidos a través del trabajo de Inteligencia.

 

La base de Ilopango tenía su estructura arquitectónica, similar a la base norteamericana establecida en las márgenes del rio Danam en Vietnam durante su guerra contra el Vietcom. Pero en poco más de un mes el Teniente coronel (R) Juan, jefe de la cátedra de base material de estudios ubicada en el Punto Cero, se encargaba de reproducir un escenario similar al objetivo a atacar, utilizando para ello tantos recursos fueran necesarios. Así de forma viable, fueron seleccionados los autores directos del atentado, utilizándose para ello fuerzas del mismo Frente Izquierdista que permanecían en Cuba recibiendo adiestramiento sistemático. Burgos Coz diseño incluso, lo que llamaron: Carga explosiva proyectable. Se trata de un rudimentario estilo de lanzamiento de explosivos con el empleo de un cilindro de gas, método muy utilizado en la actualidad por las guerrillas de las FARC E-P en Colombia.

 
La constante advertencia de la alta dirección del Estado era la misma: no participación directa de fuerzas cubanas en las acciones, aspecto que ya era más que innecesario. Se había logrado el sueño de Fidel: crear en Cuba un modelo de Insurgente completo, perfecto, algo que pegado al margen de la óptica actual sería la creación de  un elemento terrorista a toda plenitud.

 

Pese a todas las dificultades y el tiempo empleado para asegurar el éxito, el fin fue igualmente agotado.


1 comentarios:

Julio Soto Angurel dijo...

Julio Soto Angurel dice:
Muy buen artículo, el autor don Jorge Marín Matos, se esmeró en un buen recuento, solo que nunca Fidel Castro fue el Comandante en Jefe de toda la insurgencia de la isla en la época de su parigual Fulgencio Batista, que no fue más corrupto ni peor, de ninguna manera que Fidel y Raúl.
Al final cuando casi todos los insurrectos urbanos estaban muertos, el único que quedaba era él, Fidel, en la Sierra Maestra bajo el apoyo encubierto de los americanos.
Pero habían varios grupos de los que nunca se ha querido hablar ni mencionar que practicaban el mismo estilo de lucha.
Todos eran violentos. Eso no fue un estilo privativo de la gente del 26 de Julio.
Pero yo sigo insisiendo que tanto los hermanos Fidel y Raúl Castro Ruz y el grupo que fue puesto en el poder , fueron infiltrados por la CIA en Cuba.
Nadie en el MININT ni en las FAR aceptaría semejante cosa porque para ellos, estos sujetos siempre fueron vistos como las víctimas del imperio.
Pero el asalto al Cuartel Moncada fue una operación de la Agencia Central de Inteligencia.
La influencia de la CIA era constante en la penetración e infiltración de todos o casi todos los movimientos políticos de la isla, incluyendo el Partido Socialista Popular.
El socialismo de los hermanos Castro ha sido una excelente estratagema imperialista para destruir la isla y esclavizar el pueblo.
Por último han creado todo este andamiaje de activistas de Derechos Humanos, pacifistas, suicidas, Ladies in White, etc, en los cuales me incluyo yo también. que no le hacen cosquillas a nadie en la nomenclatura de la tiranía, y que solo sirve, para crear las condiciones de una intervención extranjera en la isla.
Para eso, para eso y solo para eso es para lo que sirve toda esa basura de resistencia política que se crearon los Castro y su grupo bajo la dirección de Estados Unidos.
Para hacernos perder la isla, para hacernos perder nuestro estado-nación.
Yo no sé si el camarada don Jorge Marín Matos, será auténtico o una marioneta dirigida, pero si les puedo decir que no todo el mundo en el MININT y en las FAR están penetrados por esta vieja conspiración imperialista para hacer desaparecer nuestro estado-nación.
Espero que aún se pueda hacer algo.
Yo estoy en disposición de regresar a la isla cuando sea. Aspiro a la presidencia de la República y por supuesto a castigar a toda esta mala ralea que nos han destruído y separado como pueblo con el cuentico y fábula del socialismo científico.
Saludos a todos con respeto y humildad.
Julio Soto Angurel jusoan@hotmail.com
Cliffside Park, New Jersey. 07010. USA.

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