Dania Virgen García
Cuba por Dentro
John Alexander Serrano Rincón, es un ciudadano colombiano, de 31 años de edad. Casado hace diez años, tiene dos hijos varones, de diez y ocho años, respectivamente. Pertenece a una familia de la clase media bogotana. En el sur de Bogotá, tiene desde hace cuatro años una farmacia que es atendida por él y su esposa en donde presta un servicio a la gente del barrio, donde es muy apreciado, ya que constantemente le piden consejos sobre temas de salud.
Serrano conoció a finales del año 2011 a un señor de origen guatemalteco, quien se ganó su confianza. Esta persona se comportó de manera amable, mostrando interés por Colombia y sus gentes. John le presentó a su esposa e hijos y le abrió las puertas de su casa de manera confiada.
A inicios de este año, cuando John y su esposa decidieron pasar sus vacaciones en Cuba, el guatemalteco les manifestó su deseo de viajar con ellos a la Habana, a lo que no vieron ningún inconveniente.
En el último momento, la esposa de John tuvo que aplazar el viaje. No alcanzó a reclamar su pasaporte por las festividades de fin de año, pero ella viajaría el día 3 de enero para reunirse con su esposo.
Durante todo el viaje, el guatemalteco se mostró nervioso. John le preguntó qué sucedía y él decía que era por la emoción de conocer La Habana. Una vez llegaron, el guatemalteco dijo que se tenía que encontrar con un amigo médico cubano.
Mientras tanto, John se hospedó en el Hotel Colina. Se lo recomendó un taxista por ser bueno y económico. Luego salió a buscar a su acompañante en el Hotel Neptuno, sitio en el que inicialmente se hospedarían. Allí lo estaban esperando dos hombres vestidos de civil, quienes inmediatamente le mostraron el pasaporte del guatemalteco, le preguntaron si lo conocía, lo insultaron con las peores groserías y lo llamaron “narcotraficante colombiano”.
Lo detuvieron y lo llevaron al Departamento Técnico de Investigaciones (100 y Aldabó), donde lo interrogaron toda la noche. Lo hicieron declararse culpable de narcotráfico, frente a las amenazas en contra de su esposa, y le hicieron firmar un documento en contra de su voluntad, a cambio que a su esposa no le pasara nada y que a él no lo condenaran a 30 años de prisión.
John solicitó que trajeran al guatemalteco y le dijera en su cara por qué había mentido sobre él y su familia. Cuando lo llevaron, el individuo continuaba diciendo que John era el jefe de una red y que lo había obligado a llevar drogas y que su esposa lo sabía, pidiendo que la buscaran y encarcelaran. Mientras lo trataban con los peores insultos por ser colombiano, con el guatemalteco se mostraban compasivos, prometiéndole que si lo acusaba lo llevarían de regreso a su país en poco tiempo.
Desde el 2 de enero estuvo detenido. Hasta el 9 de enero no avisaron a la embajada colombiana.
John dirigió una carta a un teniente coronel del MININT en la que advertía que iba a iniciar una huelga de hambre para protestar por la coacción psicológica a que había sido sometido, los cargos imputados y por no avisar a su familia.
Desde el 2 de enero estuvo detenido, sólo hasta el 9 de enero le avisaron a la Embajada. Frente a esto le dijeron que se quedara callado y lo enviaron a la prisión Combinado del Este, en donde se encuentra en la actualidad, en espera de poder aclarar su situación y demostrar su inocencia, pues no hay ninguna prueba en contra de él, sólo las acusaciones del misterioso señor guatemalteco.
Es una clara vulneración de los derechos de un detenido, ya que se le obligó a John Alexander Serrano Rincón a firmar bajo coacción psicológica una confesión de hechos que no son ciertos, bajo la amenaza de destruir su familia y de “podrirse en la cárcel” con más de treinta años de prisión si no aceptaba que era el jefe de una banda internacional de traficantes de droga, cuando él en Colombia no es más que un ciudadano común, de clase media, sin problemas judiciales de ningún tipo ni antecedentes penales. Sencillamente es un joven padre de familia, que se dedica a la crianza de sus hijos y al trabajo honrado y legal. El único error que cometió fue el de ser ingenuo y confiar en una persona equivocada.
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