Dania Virgen García
Cuba por Dentro
Hace una semana, Rolando Castro Sánchez, preso desde hace 25 años, actualmente en la prisión Kilo 9, en Camagüey, recibió la notificación de una sentencia de 10 años, dictada por la fiscalía de la provincia de Camagüey, que tendrá que cumplir a partir de este mes de febrero, sin derecho a ningún tipo de beneficio penal.
Castro Sánchez asegura que detrás de esta nueva sentencia está la mano de la Seguridad del Estado, ya que recientemente le advirtieron que sería “el preso que más mal iba a vivir en la cárcel”. “No he cometido delito alguno para que tenga que cumplir estos 10 años más”, dijo.
Desde que entró en prisión, el 6 de agosto de 1986, Rolando Castro ha sido sometido a golpizas y torturas sicológicas. En el muslo derecho tiene dos grandes heridas causadas por una bayoneta de AKM. En varias partes del cuerpo tiene mordidas de perros pastores alemanes que le azuzaron los guardias en dos ocasiones en las celdas de castigo de Kilo7. Tiene heridas en el cráneo, una cicatriz en una ceja y el dedo de la mano derecha lo tiene lisiado producto de las golpizas recibidas.
Perdió varios dientes por una patada que recibió en la boca por gritar consignas antigubernamentales estando en una celda de castigo en Kilo 7. En aquella ocasión, debido a la golpiza recibida estuvo un mes y 19 días ingresado en el
Hospital “Amalia Simoni”, de Camagüey.
En varias ocasiones lo han esposado de pies y manos a las rejas de las celdas de castigo, sin recibir alimento alguno. En la prisión de Kilo 7 estuvo 63 días en una celda de castigo, recibiendo alimentos una sola vez al día, en el horario de la noche.
La golpiza más reciente la sufrió el martes 24 de enero, en la prisión Cerámica Roja, varios días antes de ser trasladado a Kilo 9.
“El 15 de febrero, el jefe de reeducación Márquez me amenazó diciéndome que tenía varios reos en cada destacamento, que trabajaban para él, y que podía ordenarles que me entraran a puñaladas dieran puñaladas. Me recordó que en el año 2006 tuve un intento de fuga y me advirtió que iba hacer todo lo posible para que me sumaran más de los 10 años que tengo que cumplir, si seguía trasmitiendo denuncias de la prisión a la prensa independiente, que los teléfonos no podía usarlos más para eso”, refiere. “Pero aunque tenga que vivir preso el resto de mi vida, aunque me pudra en la cárcel, como expresaron los oficiales de Seguridad del Estado, no me doblegarán ni podrán impedir que hasta el último suspiro siga denunciando ante el mundo los atropellos que cometen a diario en las prisiones”.
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