martes, 3 de agosto de 2010

El Lada y la ropa de Ecuador

por Dania Virgen García

Periodista Independiente

 

29 de Julio del 2010

 

Un amigo me relataba que una vez, allá por 1986, creyó seguro que podía tener un Lada. Era un carro Ruso, pero no había más nada. Graduado de ingeniero químico, calculó que cuando tuviera varios años  de trabajo acumulados le darían el derecho a comprar el auto. Pero no fue así. Llegó el Período Especial y entonces empezaron los problemas con el transporte, los apagones y la falta de comida. Y mi amigo empezó a sospechar que ni el gobierno era tan bueno ni Cuba el mejor país del mundo para vivir.

 

Por aquellos días, su padre que durante años fue fotógrafo en el Club Alí Bar, sufrió un accidente en un pie. Mi amigo  tuvo que dejar  “su buen trabajo”, porque con los 200 pesos de su salario no alcanzaba ni para mal comer y se dedicó a “los negocitos”. Fue así que comprendió cuanto tuvo que trabajar su padre  para poder alimentar a su familia.

 

Cuando se tuvo que enfrentar a la realidad, trabajar todas las noches y apenas poder dormir por el día,  trabajar mucho para ganar poco, se dio cuenta que el Lada ganado por años de trabajo era otro cuento más de los muchos que le hicieron desde que era pionero por el socialismo.

 

 “Esta gente te dicen te doy esto, te doy aquello, pero al final nunca dan nada”, dice con amargura.

 

Nunca más le trabajó al Estado. “No tengo nada que agradecerles. Al contrario, me tuvieron dormido demasiados años”.

 

Mi amigo se marchó hace tres años a Ecuador.  Nos encontramos hace varios días y me contó que tuvo una hija allá y que cuando viene a Cuba trae ropa para vender. Dice que en Ecuador la ropa es barata.  El año pasado cuando vino a La Habana, estuvo preso por más de 20 días. Según él, “los policías se me encarnaron porque notaron que vivía un poco mejor, como si eso fuera un pecado”. Pero le tuvieron que devolver las cosas que le habían quitado porque pudo demostrar que todo lo que trajo entró legalmente por el Aeropuerto de Rancho Boyeros. 

 

Lleva más de tres meses en Cuba. Antes, para que le dieran el permiso de salida tenía que llenar una planilla para la Seguridad del Estado. Ahora también tiene que llenar otra, él supone sea para el Departamento Técnico de Investigaciones.

 

Como esta vez vino con su hija, ha tenido que pagar la estancia de la pequeña en el país. Según Inmigración y Extranjería, la niña, que tiene dos años, aunque hija de cubanos, es extranjera, porque nació en otro país.

 

Hace unos días, el Jefe de Sector lo citó para hacerle unas preguntas. Una de ellas fue que por qué no trabajaba. Le respondió que él viajaba y donde tenía su trabajo era en Ecuador, que cuando llegaba a Cuba lo que hacía era “raspar por aquí y por allá”. Dice que no le gustó nada la cara que puso el policía. Por si acaso, cuenta los días que le faltan para volar a Quito.


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