martes, 11 de octubre de 2011

Principios para una nueva nación

Cuba era una nación próspera que contaba con instituciones democráticas y una floreciente economía cuando se le comparaba con el resto del mundo. La dictadura comunista destruyó no solo sus cimientos económicos sino sus estructuras morales. Ahora, una nueva generación de cubanos nos proponemos desmantelar este oprobioso sistema y construir una nueva nación sobre principios universalmente reconocidos con paz, libertad y bienestar para todos sus hijos.

 

De la dictadura a la democracia

 

El régimen comunista cubano es una dictadura militar que se ha mantenido en el poder durante más de cincuenta años por medio del terror, la intimidación, la mentira, la desinformación, la demagogia, el oportunismo político y la violencia contra sus adversarios y hasta contra su pueblo.

 

La jerarquía castrense —bajo la dirección unipersonal primero de Fidel Castro y, después, de su hermano Raúl— no solo ha asumido el poder político sino que ha extendido su control a todas las esferas de la vida nacional desde lo social hasta lo económico. Todo esto ha hecho de la nación cubana una sociedad altamente militarizada donde no se respira el más mínimo vestigio de libertad.

 

La política de la tiranía castrista puede ser catalogada sin temor a caer en exageración de un genocidio que se propone el total exterminio de sus adversarios. Y prueba al canto:

 

—Ha fusilados extrajudicialmente a centenares de sus oponentes y a miles más tras juicios sin garantías procesales.

 

—Ha encarcelado y reprimido arbitrariamente a centenares de miles.

 

—Ha violado las garantías individuales contenidas en su propia Constitución.

 

—Ha confiscado de manera ilegal y sin compensación alguna centenares de miles de propiedades privadas.

 

—Ha perseguido, encarcelado y expulsado del país a centenares de religiosos de distintas denominaciones.

 

—Ha abolido ilegalmente la Constitución Democrática de 1940 e impuesto el adefesio de la Constitución Comunista de 1976.

 

—Ha desmantelado todas las instituciones democráticas creadas por la nación durante más de cincuenta años y conculcado los más elementales derechos civiles y derechos humanos de la población.

 

—Ha cometido actos de barbarie como el hundimiento del Remolcador 13 de Marzo, en que asesinaron a decenas de hombres, mujeres y niños.

 

—Ha fusilado a tres jóvenes por el solo hecho de intentar salir del país y derribado criminalmente en aguas internacionales a dos avionetas en las que viajaban cuatros activistas de derechos humanos en la misión de salvar vidas en el Estrecho de la Florida.

 

—Ha encarcelado a decenas de opositores pacíficos entre quienes se encontraban numerosos intelectuales, periodistas y bibliotecarios independientes durante la Primavera Negra de 2003.

 

—Ha aplicado torturas y tratos crueles, inhumanos y degradantes contra indefensos presos políticos en las cárceles del país.

 

—Ha llevado a cabo arrestos masivos, golpizas y hasta asesinatos contra sus contestatarios, incluidos jóvenes y mujeres.

 

Este ha sido el panorama alucinante y las injusticias generalizadas contra las que ha luchado, casi siempre a solas, el pueblo de Cuba desde 1959. Para poner fin a este lamentable estado de cosas, surge en este momento un fuerte movimiento civilista no violento que se propone restablecer la sociedad civil y conquistar los derechos y libertades de nuestro pueblo.

 

La democracia no es una quimera sino una realidad tangible que el pueblo cubano puede alcanzar mediante la lucha cívica no violenta sustentada en criterios y procedimientos detalladamente formulados por destacados académicos contemporáneos. Los mismos dan armas pacíficas a la población para la resistencia contra las tiranías, tanto presentes como futuras, y para la defensa de sus libertades.

 

Este método utiliza armas psicológicas, sociales, económicas y políticas para liberar a los ciudadanos de la sumisión y de la obediencia; así como para suprimir las fuentes de poder del gobierno dictatorial.

 

Dicho en pocas palabras, la lucha cívica no violenta es el desafío masivo al régimen y por tanto presupone la unidad de las fuerzas democráticas y de éstas con el pueblo.

 

Los principios fundamentales de esta declaración de unidad son:

 

Trabajar por el cambio hacia un sistema democrático basado en un verdadero Estado de Derecho y una economía moderna, desarrollada y altamente eficiente.

 

Lograr una transición sobre normas constitucionales que conduzcan al restablecimiento de nuestras tradicionales instituciones democráticas y a todas las libertades universalmente reconocidas.

 

Reforzar la lucha por el respeto a los derechos humanos y alcanzar una sociedad libre de presos políticos.

 

Respetar los derechos fundamentales establecidos por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos como son entre otros el derecho a la vida y a la libertad de pensamiento.

 

Fomentar y consolidar la unidad de los cubanos, con independencia de su residencia, sobre la base de la fraternidad y la ética tanto en sus relaciones individuales como en la lucha que tenemos por delante.

 

Propugnar y consolidar entre los ciudadanos el método de la lucha cívica no violenta.

 

Crear una Cuba libre sin ataduras a nuestro pasado reciente por medio de la desintegración del régimen y de la erradicación de la mente de nuestro pueblo del criterio de acomodación que ha predominado durante estos 52 años de tiranía.

 

Incrementar la solidaridad internacional con el pueblo cubano y el apoyo a su justa lucha por el restablecimiento de la democracia.

 

Reafirmar que el pueblo cubano merece una vida digna en el disfrute de las libertades y de los bienes que le ofrezcan una felicidad plena. Esto solo se convertirá en realidad cuando nos incorporemos todos a la lucha por los cambios democráticos.

 

Los firmantes de la presente declaración la consideramos como el primer paso hacia la definitiva consolidación de la unidad que hará posible un proyecto integral por una nueva nación.

 

Consultar al pueblo cubano con el objetivo de elaborar un proyecto de nación que represente las más anheladas aspiraciones de sus héroes y mártires a través de toda nuestra historia.

 

En esta idea nos animan la fe en un Ser Supremo, el amor por nuestra querida Cuba y un profundo e inequívoco patriotismo; así como el absoluto respeto a nuestra bandera, al himno nacional, a los demás símbolos patrios y a los héroes y mártires de la lucha por la libertad e independencia de nuestro país a lo largo de toda su historia.

 

La Habana, 4 de octubre de 2011

 


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