por Jorge Marín Matos
Periodista Independiente
8 de Octubre de 2010
Foto: Jorge Marín Matos
El pueblo cubano superó una dictadura militar sangrienta, regímenes de naturaleza retrograda. No obstante los cambios radicales que siguieron a la revolución, también afloraron nuevas preocupaciones. Si bien la nación concibió como prósperos y oportunos los cambios realizados y las medidas de nacionalización, también otra parte del pueblo fue capaz de apreciar el centralismo que se avecinaba y llegar a conclusiones de que todo lo que estaba sucediendo pudiera haber sido un golpe de efecto político, encaminado a elevar aun más la popularidad del líder, por sobre otros que igualmente gozaban de la mayor simpatía popular.
Muchos que hoy son hombres y mujeres, nacieron bajo un sistema que se caracterizó por priorizar el culto a la personalidad del líder vivo y la perpetuidad de los héroes muertos. Los hogares de obreros y campesinos, las escuelas y las organizaciones de masas, funcionaron como cátedras del rígido fundamentalismo revolucionario, donde primeramente se establecía la filiación política; después y en consecuencia con ello, la familia. Con ello se originaron problemas sociales severos: Familias enteras divididas por cuestiones políticas, enemistades y la martillada categoría de contrarrevolucionario que abarcó también hasta aquellos que aun apoyando la causa de los pobres no estuviera de acuerdo con determinadas formas y estilos de gobierno
Tras hacer un análisis de los aspectos histórico e investigaciones, llegamos a criterios algo más categóricos de lo ocurrido en este caso: La dirección del país no aceptaba ser objeto de censura, quizás como una lunática manera de sentirse inequívocos y perpetuos.
Con el paso de los años el gobierno de Cuba ha sufrido los resultados de su cuestionable dirección política extendida por más de cinco ininterrumpidas décadas. La isla lejos de desarrollarse, fomentar su producción nacional; se convirtió en satélite de la extinta Unión Soviética, limitando las iniciativas económicas hacia los facilismos del intercambios comercial a través del Consejo de Ayuda Mutua Económica CAME que concentraba todos los destinos económicos del bloque socialista de Europa del este.
Pocos años después de haber abrazado la política exterior de la Unión Soviética, la isla respondería con sangre y fuego a los intereses solapados de Moscú, el coloso de la Europa Oriental. El mundo dividido entre dos potencias, el odio entre occidente y oriente, generaron el escalofriante desarrollo militar para enfrentarse finalmente, ambas potencias a través de los conflictos en el tercer mundo. La economía cubana dependiente y poco desarrollada, se iba debilitando y dejando clara su dependencia del bloque socialista, ya carcomido.
Entretanto Fidel tuvo que acercarse tanto para apreciar que las cosas cambiarían de repente y de manera muy desfavorable. El incentivo ideológico tendría que ser fortalecido, las circunstancias que se vislumbraron pasaron a ser predicciones concernientes, de manera exclusiva, al Jefe de la Revolución y el culto a su personalidad se alimentó aun más. Se observaron minuciosamente las normas penales para los denominados delitos contrarrevolucionarios. La incertidumbre hizo tomar en cuenta un amanecer cubano sin el apoyo de Europa del Este.
Tanto el culto a la personalidad como el diseño del nuevo pensamiento político, que dejase a un lado los modelos soviéticos; llevaría tiempo y fuerza. Tiempo para reeducar a los fundamentalistas revolucionarios en una nueva doctrina ya más nacionalista y fuerza para concebir nuevas represalias, dentro de la tutela penológica y preceptuadas para sancionar las actividades políticamente contrarias al diseño confuso que hubo de asumirse.
¿Cuando se hizo cuestionable para muchos la vigencia del proceso bajo el calificativo de revolucionario?
Según se entiende como proceso revolucionario, los cambios constantes y evolutivos en virtud del mejoramiento del sistema social y económico. Sin embargo el gobierno cubano puntualizó cambios políticos al derrocar una dictadura, pero posteriormente detuvo su evolución, pasando del régimen democrático social a una dirección política llena de dogmatismos y exclusiones. Así se establece lo que muchos denominan el estancamiento de la revolución, no solo en lo político, si no peor aún, en lo económico. ¿Que queda de la Revolución? Muchos se preguntan y cuestionan el momento actual.
La Oposición Interna en Cuba se desgasta en fomentar caminos hacia el pluralismo, ignorando que para ello se necesita una previa investigación social, debido a los tantos años de adoctrinamiento político sobre un pueblo que explora cambios desde tesis revolucionarias, aun perfilando una tendencia social, no socialista, porque el proceso histórico deja una duda latente que consiste en establecer hacia donde caerá toda la responsabilidad del estancamiento: si a la dirección del país o al sistema social socialista arcaico.
Por lo tanto debiera contemplarse la probabilidad de un cambio enmarcado en la desestimación de los líderes tradicionales y propiciar el proceso de cambio hacia un sistema social, socialista o no, pero que se corresponda con los modelos del siglo actual, con la visión que tiene o quiere la juventud como motor impulsor de todo proceso social. Con ello se trata de concebir un paso hacia delante y no dos hacia atrás, que conlleven al establecimiento de plenas libertades sin sacrificar los logros sociales.
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