por Dania Virgen García
Bloguera y Periodista Independiente
9 de Julio del 2010
Esta es la historia de una ex-reclusa de la Prisión de Manto Negro. Como la de ella hay muchas.
Después de estar 9 meses encarcelada sin petición del fiscal y sin juicio, en violación de la Ley de Procedimiento Penal, por un supuesto delito de “atentado”, le dieron la libertad hace varios días.
Nos encontramos en la calle y luego de saludarnos me cuenta que el juicio fue una semana después de salir de la cárcel. Su sanción fue nueve meses de privación de libertad. O sea, el mismo tiempo que estuvo en la prisión.
Consideraron que había extinguido su sanción antes de ser juzgada. Perfecto. Pero, ¿qué hubiera pasado si en el juicio la hubieran hallado inocente?
La segunda parte de su historia es cuando sale en busca de un empleo. Cuando va al Ministerio del Trabajo y presenta su carta de libertad, lo primero que le dicen es que no hay trabajo. Pero no se desanima. Tiene la suerte de tropezarse con un amigo que ocupa un cargo de dirigente en el Ministerio de Transporte (MITRANS). Este sabía que su amiga había estado presa, pero le empieza a hacer los trámites. Su amigo tenía muchos deseos de ayudarla, pero uno de los directores le dijo tajantemente que esta persona no puede trabajar en el MITRANS por haber estado presa.
Y ahora la muchacha, sin familia y sin marido, no sabe cómo va a sobrevivir. Lo peor es que teme que la penuria económica la lleve de nuevo a delinquir y vuelva otra vez a la cárcel.
La mayoría de los ex-presos enfrentan esa situación. La PNR te lleva a prisión por cualquier cosa, muchas veces injustamente, otras por delitos que sólo son delitos en Cuba. Pero cuando cumplen la sanción y salen en libertad, no consiguen trabajo. Los antecedentes penales los persiguen. Dondequiera que llegan chocan con el rechazo y las miradas de desconfianza. Eso si no le tiran la puerta en las narices.
¿Acaso con la sanción de privación de libertad no pagaron la deuda incurrida con la sociedad? ¿Tendrán que arrastrar por siempre esa culpa? Entonces, ¿de qué rehabilitación hablan? ¿De qué humanismo?
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