por Dania Virgen García
Periodista Independiente
14 de Junio del 2010
A un vecino de mi barrio lo visitó recientemente un inspector de la Empresa Eléctrica, no para regañarlo por el exceso de consumo y pedirle que ahorre, como se pudiera suponer teniendo en cuenta la campaña de ahorro energético, sino todo lo contrario: la visita fue para advertirle que si no consume más electricidad, la empresa se verá obligada a retirarle el servicio.
El problema es que el pobre hombre apenas para en su casa y lo que es peor, no tiene equipos eléctricos. Ni siquiera refrigerador. Nada. Sólo un bombillo eléctrico, para colmo de los llamados ahorradores, alumbra el pequeñísimo y desolado apartamento.
Para ayudarlo a aumentar el consumo de electricidad, un amigo le regaló un viejo aparato de radio ruso. Ahora, mantiene encendidos el bombillo y el radio todo el día. Aún cuando no está en casa. Los vecinos se quejan de que Radio Reloj está sintonizado toda la madrugada. Pero él les contesta que el gobierno lo obliga a consumir electricidad para tener qué cobrarle. Que vayan y se quejen a la empresa, dice.
El vecino me confiesa que el radio encendido cumple otra función: la de desinformar a los ladrones para que piensen que él está en casa cuando trabaja de madrugada. Aunque en realidad, aparte del radio y el bombillo, no sé qué otra cosa se pudieran llevar los ladrones.
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