domingo, 6 de junio de 2010

Nadie escucha a Mayra

por Dania Virgen García

Periodista Independiente

 

4 de Junio del 2010

 

Desde hace más de cinco años, Mayra Hernández Prats lucha por mejorar las condiciones de vida de su esposo gravemente enfermo, pero en ninguna de las instancias a las que ha acudido ha encontrado un oído receptivo.

 

Su esposo, Mario Valdés Castillo, padece cáncer, linfoma Hogkins y esclerosis medular.  Sus padecimientos se complicaron porque al principio fue mal diagnosticado en el Hospital “Calixto García”. En noviembre de 2006 empezó con un cuadro de compresión medular. Le operaron un tumor en la médula ósea en marzo de 2007 en el Hospital “Miguel Enríquez”. Está pendiente de un trasplante, pero en las condiciones en que se encuentra es imposible la operación.

 

La casa en que viven desde hace 27 años Mayra y Martha está en muy mal estado. Cuando llueve, filtra agua por todos lados. Mayra tuvo que poner un nylon en el techo para que el agua no caiga sobre la cama.

 

Ellos viven en una parte de la casa del anterior esposo de Mayra, que es el padre de su hija. El lugar es sumamente pequeño y apenas hay espacio para moverse. Cuando Mayra se ha dirigido a Vivienda, le dicen que no les pueden dar casa porque ellos no son propietarios, sino convivientes. Hace años les abrieron un expediente de albergados, pero en el estado de Mario no puede vivir en un albergue.

 

El matrimonio se las tiene que arreglar para sostenerse con los 225 pesos de la jubilación de Mario. Todo el dinero se va en comprar medicamentos y no alcanza. Pero el año pasado la policía llevó a Mayra a la 11 estación de la policía de San Miguel del Padrón, le levantaron un acta de advertencia y le prohibieron seguir vender javitas de nylon, que era la forma que tenía de buscarse unos pesos para comprar comida y medicinas. Ahora solo cuenta con la poca ayuda que le puede dar su familia, y ha tenido que recurrir al auxilio de la Iglesia Católica.

 

Para hacer peor las cosas, en la casa hay problemas con la instalación de la electricidad. El reloj contador se dispara y en ocasiones han tenido que pagar cuentas de más de 100 pesos. Pero la compañía eléctrica no puede hacer el arreglo, porque el problema es dentro de la casa y ellos solo atienden hasta la entrada, de la puerta para adentro tienen que pagarle a un electricista particular.

 

En busca de la ayuda que tan desesperadamente necesita, Mayra Hernández ha acudido al gobierno  municipal de San Miguel del Padrón, al gobierno provincial de Ciudad Habana, a la Dirección de Vivienda, al Consejo de Estado, a la Asamblea Nacional del Poder Popular y al periódico Granma. En ninguno de esos sitios ha encontrado solución. Ni siquiera ha podido conseguir una cama fowler o un colchón para sacar a Mario del camastro donde yace. La respuesta que siempre escucha de los funcionarios o lee en las frías cartas que le envían, es: “no procede”, “no es de nuestra competencia”.

 

Conteniendo las lágrimas, refiere Mayra: “Gracias a su fortaleza, Mario ha afrontado la enfermedad, pero ha tenido que atenderlo un siquiatra porque a veces delira. También yo me siento muy mal, porque no soy oída cuando pido ayuda.”

 

Mayra Hernández Prat y Mario Valdés Castillo residen en calle Mario Díaz número 23321 apartamento 2, entre Zapotes y Eva Elena, Diezmero, San Miguel del Padrón.


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