por Dania Virgen García
Bloguera y Periodista Independiente
14 de febrero de 2011
En carta desde la prisión Combinado del Este, donde permanece desde el 24 de julio del año 2003, Maikel Pedroso Bocourt, de 29 años, reclama ser reconocido como prisionero político por haber sido procesado por la Seguridad del Estado.
Pedroso Bocourt, que residía en Guanabacoa, fue llevado el 16 de abril de 2003 a la sede de la política, Villa Marista, donde permaneció encerrado en celda tapiada durante dos meses y ocho días. Allí lo instruyeron de cargos por “tentativa de secuestro” del barco Baraguá. Fue condenado a 13 años de prisión en la causa 363/2003 en la sala de los delitos contra la Seguridad del Estado del Tribunal Provincial de La Habana.
En su carta, Pedroso relata las torturas sicológicas a que fue sometido durante el período de instrucción en Villa Marista por el Teniente Yudenis Garán Ávila y el Subteniente Yamir Macías Ocampo. Según refiere, este último ordenó que lo esposaran de pies y manos y lo encerraran en un calabozo sin cama, donde no se podía ni sentar porque el piso estaba siempre mojado, en represalia porque se negaba a firmar un acta que aseguraba que le habían ocupado armas de fuego.
Según el recluso, su madre ha sido intimidada y engañada para que no pida ayuda a la oposición o los periodistas independientes. Afirma que recientemente le aseguraron que Pedroso Bocourt no había salido ya en libertad porque su expediente estaba extraviado. Pedroso explica que de los siete condenados de la Causa del Baraguá, cinco están en libertad y a uno lo tienen en campamento correccional. “Sólo yo sigo preso y sin ningún tipo de beneficio penal, ¿será porque soy negro?”, se pregunta.
A pesar de su juventud, Pedroso padece de úlcera, hipertensión y hemorroides, lo cual atribuye a la comida mal elaborada y baja en calorías que recibe en la cárcel.
Denuncia que el 6 de mayo de 2009 fue golpeado por los guardias de la prisión por reclamar su derecho a coger sol, al correo, el teléfono y a no vestir el uniforme de los presos comunes.
Pedroso escribe: “Mantienen una guerra sicológica constante contra mí, pero no han logrado doblegarme ni hacerme perder el control gracias a los consejos y el apoyo de los presos políticos Ángel Moya, Rafael Ibarra Roque y Lázaro Alejandro García, que conocen mejor que yo las estrategias de la Seguridad del Estado para que uno tropiece”.
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