Dania Virgen García
En la calle San Antonio, en Guanabacoa, frente al PCC, se instauró un sitio para fiestas públicas. Al fondo hay una iglesia católica. En los alrededores también está el municipio de Educación, una escuela secundaria básica, y dos primarias.
La discoteca, que es al aire libre y tiene una sola puerta de entrada y salida, está rodeado por muros de aproximadamente dos metros de altura.
Generalmente, las fiestas que se celebran allí, a las que asisten adolescentes y jóvenes, terminan en riñas tumultuarias.
A raíz de la temporada vacacional, abre todos los días de martes a domingo; los días entre semana, hasta las doce de la noche, y los fines de semana, hasta las dos de la madrugada.
Comentan los vecinos que muchos adolescentes y jóvenes salen del lugar, borrachos o drogados. Allí no venden bebida, pero los asistentes la llevan en botellas plásticas. También pasan ocultas drogas o llevan pastillas en los bolsillos que usan para endrogarse. Muchos, antes de entrar, ocultan en los alrededores y a veces hasta en los portales de las casas vecinas) armas blancas, y hasta armas de fuego.
Ya se han producido varios hechos de sangre. Los policías no han podido evitarlos. Dicen que “no están para que los apuñalen”. Permanecen un par de horas y se retiran. Luego que se van, a esa hora de la noche es que empieza el sálvese quien pueda. La multitud empieza a gritar y a correr en cuanto estalla la primera bronca.
“Muchas de las riñas son iniciadas por muchachos que quieren hacerse un nombre para juramentarse como abakuás”, comentó un vecino.
El pasado día 19 de julio en la discoteca hubo una riña tumultuaria. Al salir, cuatro jóvenes, con edades entre 18 y 20 años, comenzaron a pelear entre sí. Uno de ellos, que poseía un arma de fuego, comenzó a disparar. A un policía que se hallaba en el lugar poco le faltó para que lo mataran. Escapó.
Finalmente capturaron a tres de los jóvenes, pero el que tenía el arma de fuego huyó y todavía sigue en la calle.
Los vecinos del lugar, atemorizados, no saben qué van a hacer. Se han quejado al gobierno, y el PCC municipal, pero la discoteca sigue sin custodia policial. “No hacen nada, están esperando que haya un muerto”, comentó un vecino.
dania@cubadentro.com
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