Dania Virgen García
Cuba por Dentro
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En la prisión de régimen especial de Granja Cinco, en la provincia de Camagüey, el salario de las reclusas no está acorde a las horas trabajadas, asegura la reclusa Gleidis Caridad Montoya Tamayo.
Varias de las internas trabajan de lunes a sábado, de siete de la mañana a cuatro de la tarde, en el almacén de ropas recicladas de PROVARI. Su trabajo consiste en seleccionar la ropa según su calidad. La norma diaria es de 4 pacas de ropas, que les pagan al equivalente de 50 centavos de dólar. Muchas reclusas hacen hasta 10 pacas diarias, pero el salario devengado al mes es de dos dólares a dos dólares y cincuenta centavos.
Otros de los trabajos de las reclusas en PROVARI es coser uniformes de presos, forros de colchones, juegos de sábanas, camisas, etc. Tienen el mismo horario. Devengan salarios que oscilan entre un dólar y un dólar y medio al mes (entre 24 y 35 pesos).
La empresa que atiende a las reclusas radica en La Empresita, un campamento de mínima para los reclusos, donde se trabaja en la construcción de colchones y almohadas. Allí trabajan esporádicamente las reclusas en el relleno de las almohadas. Hacen más de mil en un día. El salario mensual es de menos de 20 dólares. Trabajan con un horario de 8 de la mañana a 4 de la tarde, de lunes a sábado.
La cocinera de penal trabaja cada dos días. Tiene un salario de 9 dólares al mes, pero le descuentan la mitad por el avituallamiento (que no se les da mensualmente). Les descuentan también el desayuno almuerzo y comida que son dos centavos dólares.
La jardinera, la que opera la turbina, y la que atiende el área materna, reciben el mismo salario.
Las auxiliares de limpieza, ayudantes de cocina, y enfermeras no devengan salario alguno.
La cocinera que atiende el área militar, trabaja a diario sin descanso, con el mismo salario de la otra cocinera. Sus ayudantes no devengan salario. Atienden el comedor de los oficiales y el de los jefes, que es en la planta alta. Otro grupo de reclusas atienden otro comedor, en la planta baja, para trabajadores de Inmigración, PROVARI, y Aduana.
Las reclusas que trabajan tienen que pagar de su salario, a pesar que no que no obtienen la cantidad necesaria para mantener a sus hijos y familias, el avituallamiento, desayuno, almuerzo, y comida de las reclusas que no trabajan.
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